Él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Isaías 40:29
Un hombre dormía en su cabaña, cuando de repente una luz
iluminó su habitación y apareció Dios. Le dijo que tenía un trabajo para él y
le mostró una gran roca frente a su cabaña. Le explicó que debía empujarla con
todas sus fuerzas. El hombre hizo lo que el Señor le pidió. Por muchos años,
día a día, desde que salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la roca
con todas sus fuerzas, pero ésta no se movía. Todas las noches el hombre
regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en
vano. Como el hombre empezó a sentirse frustrado, Satanás decidió entrar en el
juego trayendo pensamientos negativos a su mente: ”Has estado empujando esa
roca por mucho tiempo y no se ha movido”.
Le dio al hombre la impresión que la
tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él era un
fracaso. Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y
desilusión. Satanás le volvió a decir: ¿Por qué esforzarse todo el día en esa
tarea imposible? Sólo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente. El hombre pensó
en poner en práctica esto, pero antes decidió elevar una oración al Señor y
confesarle sus sentimientos: ”Señor, he trabajado duro por mucho tiempo a tu
servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aun
así, no he podido mover la roca ni un milímetro ¿Qué pasa? ¿Por qué he
fracasado? El Señor le respondió con ternura: ”Querido hijo, cuando te pedí que
me sirvieras y tú aceptaste, te dije que tu tarea era empujar contra la roca
con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras.
“Tu tarea era empujar”. Ahora vienes a mí sin fuerzas a decirme que has
fracasado, pero ¿en realidad fracasaste? Mírate ahora, tus brazos y espalda
están más fuertes, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se
han vuelto duras. Pero a pesar de las adversidades has crecido mucho y tus
habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez. Cierto, no has
movido la roca, pero tu misión era empujar y confiar en mí. Eso lo has
conseguido. Ahora, querido hijo, “Yo moveré la Roca”.
Algunas veces cuando escuchamos a Dios, tratamos de utilizar
nuestro intelecto para descifrar su voluntad, cuando en realidad sólo nos pide
que confiemos en Él.
Cuando todo parezca ir mal ¡Sólo Empuja! Cuando estés
agotado por el trabajo ¡Sólo Empuja! Cuando la gente no se comporta de la
manera que debería ¡Sólo Empuja! Cuando los demás simplemente no te comprenden
¡Sólo Empuja! Cuando te sientas cansado y sin fuerzas ¡Sólo Empuja!
Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de
ustedes. 1 Pedro 5:7
Debemos ejercitar nuestra Fe que mueve montañas, pero estar
conscientes de que es Dios, quien al final logrará moverlas. Aunque sientas que tus fuerzas te abandonan, recuerda que
Dios puede renovarte cada día!!
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