INTRODUCCIÓN
— Ríndete, ya no hay remedio. Es una batalla que ya
has perdido — Dijo el acusador.
— Tienes razón — respondió el
cristiano—. Quizá simplemente soy un cristiano nominal. Es evidente que
no amo a Dios como se espera. Estoy seguro de que nunca saldré de esta batalla.
Al menos no vivo.
Este pequeño diálogo me recuerda que una de las grandes
hazañas de Satanás sobre la vida de cualquier cristiano que lucha contra la
tentación sexual es convencerlo de que el pecado de la lujuria es imbatible.
Cuando el cristiano cree esa mentira, anticipa su propia derrota.
Como dice John Piper: “Mientras hombres y mujeres jueguen el papel de
la víctima (como si la lujuria fuera un enemigo omnipotente y ellos fueran indefensos),
están perdidos”.
Hay mucho que decir respecto a la batalla contra la
tentación sexual. En esta ocasión quiero plantearte cuatro recomendaciones y
una advertencia que considero muy útiles:
1) Reconoce que estás en una guerra
Toma en cuenta la necesidad relevante de asumir una actitud
de guerra contra la tentación sexual. Todos somos conscientes de la
“hipersexualidad” de nuestros días. Y eso no se detendrá. La descripción que
Pablo hizo en su carta a los romanos más que tender a desaparecer, parece
volverse progresivamente marcada y oscura en un mundo secularizado (Ro 1:18).
Una hazaña de Satanás sobre el cristiano que lucha contra
la tentación sexual es convencerlo de que el pecado de la lujuria es
imbatible
La Biblia describe la vida cristiana como una guerra. Es una
lucha del bien contra el mal. La luz contra las tinieblas. La obediencia versus
la desobediencia. Pablo nos exhorta:
“Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan
estar firmes contra las insidias del diablo. Porque nuestra lucha no es contra
sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes
de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las
regiones celestes” (Efesios 6:11-12).
Por tanto, asume la actitud de un guerrero. No desistas. No
te rindas. Aun herido, ponte de pie y sigue peleando. La victoria en Cristo
está asegurada.
2) Asesina el deseo sexual pecaminoso
Sí, sé que te asombra que utilice el término “asesina”. Sin
embargo, es una palabra cuyo significado contiene la acción precisa que debemos
ejecutar contra los deseos sexuales ilegítimos del corazón. Según la Real
Academia Española, “asesinar” se define como matar a alguien con alevosía,
ensañamiento o por una recompensa. También significa causar viva aflicción o
grandes disgustos.
Eso es a lo que estamos llamados los cristianos con respecto
a nuestros deseos pecaminosos: “Así que hagan morir las cosas
pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver
con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos”
(Col 3:5 NTV, énfasis añadido).
Asume la actitud de un guerrero. No desistas. No te
rindas. Aún herido, ponte de pie y sigue peleando. La victoria, en Cristo, está
asegurada
La frase “hagan morir” puede ser traducida como “dar
muerte”. El contexto implica premeditación. Estamos llamados a velar sobre
nuestros propios deseos pecaminosos y a no permitir que sean satisfechos. Esa
es la forma de matarlos. Cuando impedimos que ellos nos gobiernen, estamos
dominándolos. Si, por el contrario, dejamos que ellos participen del placer,
entonces hemos soltado el timón y nos conducirán a la destrucción.
Debido a la regeneración y la nueva vida en Cristo, los
cristianos podemos dominar la tentación sexual por el Espíritu Santo. Contamos
con las herramientas del Espíritu para nuestra batalla. El apóstol Pablo
nos estimula a la obediencia en este sentido, diciendo:
“Así también ustedes, considérense muertos para el pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Por tanto, no reine el pecado en su
cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias; ni presenten los
miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino
preséntense ustedes mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y sus
miembros a Dios como instrumentos de justicia” (Romanos 6:11-13).
3) Recuerda el costo del discipulado
Seamos honestos: con frecuencia olvidamos lo que cuesta
seguir a Cristo. Somos salvos por gracia, por medio de la fe y a través de
Cristo solamente (Ef 2:8-9). Sin embargo, también sabemos que el discipulado
tiene un costo que debemos pagar.
Desafortunadamente, esa verdad no está tan presente en
nuestras mentes. Por esa razón necesitamos recordatorios frecuentes de
esta verdad. El Señor destacó: “Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lc 9:23).
Si queremos ser verdaderos discípulos de Jesús, debemos
negarnos a nuestros deseos pecaminosos, tener a diario una disposición de
lealtad a Él y seguir sus pasos en forma proactiva.
4) Desarrolla estrategias para vencer el pecado
En esta sección comparto algunos consejos prácticos para que
desarrolles estrategias a fin de vencer el pecado. No son únicas, pero te
pueden servir y tú puedes agregar otras:
- Bloquea
páginas con contenido sexual en tu teléfono, tablet o computador.
- Establece
como regla personal no ver televisión a altas horas de la noche.
- Bloquea
los canales con contenido prohibido en tu TV.
- Elimina
suscripciones a páginas que publiquen contenido mínimamente estimulante
para lo sexual, como YouTube, Facebook, Instagram, Tik Tok, etc.
- Haz
un acuerdo con un amigo cristiano maduro a quien rindas cuentas cada
cierto tiempo.
Una advertencia final
Quizá hayas escuchado que el órgano sexual más poderoso es
el cerebro. Ver pornografía desata químicos poderosos que prácticamente
reconfiguran tu mente. Es decir, el verdadero problema no está en lo que el
mundo me ofrece, sino en lo que yo he aceptado tomar de él debido a mi
pecaminosidad. Por eso, para caer ante la tentación, ni siquiera es necesario
ver pornografía, estar con una persona del sexo opuesto o expuestos a la
tentación en sí, sino que nuestro cerebro —con la información guardada— nos
hace recordar aquellos pensamientos pecaminosos que finalmente nos llevan a
volver a pecar de manera habitual.
En Cristo, los cristianos podemos dominar la tentación
sexual por el Espíritu Santo. Contamos con su apoyo para nuestra batalla, Por
tanto, como creyentes necesitamos desarrollar estrategias para prepararnos y
estar listos ante los ataques del enemigo pero, a la vez, no debemos confiar en
nosotros o en nuestras estrategias, sino solamente en Cristo y su Espíritu
Santo: “Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne”
(Gá 5:16). Dios nos santificó en Cristo y ahora nos corresponde santificarnos
al apartarnos de hábitos pecaminosos.
Toma en cuenta estos principios en tu batalla contra el
pecado sexual. Hay una guerra constante y estamos llamados a matar nuestros
deseos ilegítimos. Eso forma parte de nuestro caminar con Cristo. Que Su gracia
nos sostenga para Su gloria y para nuestro bien. ¡Sí, en Cristo, tú puedes
vencer la tentación sexual!
Autor: Leo Meyer