Cuando viniste a este mundo, ella te sostuvo en sus brazos. Tú
se lo agradeciste gritando.
Cuando tenías un año de nacido, ella te alimentaba y te bañaba. Tú se lo agradeciste llorando la noche entera.
Cuando tenías 2 años, ella te enseñó a caminar. Tú se lo agradeciste huyendo de ella cuando te llamaba.
Cuando tenías 3 años, ella te hacía todas las comidas con amor. Tú se lo agradeciste tirando el plato al piso.
Cuando tenías 4 años, ella te dio unos lápices de colores. Tú se lo agradeciste pintando todas las paredes de la casa.
Cuando tenías 6 años, ella te llevaba a la escuela. Tú se lo agradeciste gritándole: ¡No voy a ir!
Cuando tenías 7 años, ella te regaló una pelota. Tú se lo agradeciste arrojándola contra la ventana del vecino.
Cuando tenías 13 años, ella te sugirió un corte de pelo que estaba de moda. Tú se lo agradeciste diciéndole que ella no tenía gusto.
Cuando tenías 15, ella venía de trabajar y quería darte un abrazo. Tú se lo agradeciste cerrando con llave la puerta de tu habitación.
Cuando tenías 18, ella lloró en la fiesta de tu graduación de la escuela. Tú se lo agradeciste estando de rumba con tus amigos hasta el amanecer.
Cuando tenías 19 años, ella te preguntó si estabas saliendo con alguien. Tú se lo agradeciste diciéndole: ‘Eso no te importa, no metas en mis cosas’.
Cuando tenías 20 años, ella te sugirió algunas carreras para tu futuro. Tú se lo agradeciste diciéndole: ‘No quiero ser como tú’.
Cuando tenías 24, ella conoció a tu futura esposa y le preguntó sus planes para los años venideros. Tú se lo agradeciste con una mirada feroz y le gritaste ‘¡Cállate!’.
Cuando tenías 27, ella te ayudó a pagar los gastos de tu boda y llorando te dijo que te amaba muchísimo. Tú se lo agradeciste siendo indiferente y olvidándote de ella.
Cuando tenías 30, ella te dio algunos consejos para cuidar a tu bebé. Tú se lo agradeciste, diciéndole que ‘las cosas hoy son diferentes’.
Cuando tenías un año de nacido, ella te alimentaba y te bañaba. Tú se lo agradeciste llorando la noche entera.
Cuando tenías 2 años, ella te enseñó a caminar. Tú se lo agradeciste huyendo de ella cuando te llamaba.
Cuando tenías 3 años, ella te hacía todas las comidas con amor. Tú se lo agradeciste tirando el plato al piso.
Cuando tenías 4 años, ella te dio unos lápices de colores. Tú se lo agradeciste pintando todas las paredes de la casa.
Cuando tenías 6 años, ella te llevaba a la escuela. Tú se lo agradeciste gritándole: ¡No voy a ir!
Cuando tenías 7 años, ella te regaló una pelota. Tú se lo agradeciste arrojándola contra la ventana del vecino.
Cuando tenías 13 años, ella te sugirió un corte de pelo que estaba de moda. Tú se lo agradeciste diciéndole que ella no tenía gusto.
Cuando tenías 15, ella venía de trabajar y quería darte un abrazo. Tú se lo agradeciste cerrando con llave la puerta de tu habitación.
Cuando tenías 18, ella lloró en la fiesta de tu graduación de la escuela. Tú se lo agradeciste estando de rumba con tus amigos hasta el amanecer.
Cuando tenías 19 años, ella te preguntó si estabas saliendo con alguien. Tú se lo agradeciste diciéndole: ‘Eso no te importa, no metas en mis cosas’.
Cuando tenías 20 años, ella te sugirió algunas carreras para tu futuro. Tú se lo agradeciste diciéndole: ‘No quiero ser como tú’.
Cuando tenías 24, ella conoció a tu futura esposa y le preguntó sus planes para los años venideros. Tú se lo agradeciste con una mirada feroz y le gritaste ‘¡Cállate!’.
Cuando tenías 27, ella te ayudó a pagar los gastos de tu boda y llorando te dijo que te amaba muchísimo. Tú se lo agradeciste siendo indiferente y olvidándote de ella.
Cuando tenías 30, ella te dio algunos consejos para cuidar a tu bebé. Tú se lo agradeciste, diciéndole que ‘las cosas hoy son diferentes’.
Cuando tenías 40, ella te llamó para recordarte el cumpleaños de tu papá. Tú se
lo agradeciste diciéndole que estabas muy ocupado.
Cuando tenías 50, ella se enfermó y necesitó que la cuidaras. Tú se lo agradeciste leyendo sobre la carga que representan los padres hacia los hijos.
De repente, un día cualquiera ella, de manera silenciosa, murió y todas las cosas que nunca hiciste cayeron como un trueno.
Tomémonos un momento para rendir honor y tributo a esa persona que llamamos mamá, aunque algunos no la pueden llamar así de ese modo abiertamente. Aunque a veces, ella no parezca la mejor de las amigas, quizás no concuerde con tu forma de pensar, pero aún así ella te ama.
Fuente: La Internet
Ella estará allí para ayudarte con tus dolores, tus penas, tus frustraciones, al menos mientras viva. Sé prudente, generoso y muéstrale el debido respeto, aunque pienses diferente de ella.
Pide a Dios por ella, porque Él en su infinita misericordia te dio la oportunidad de conocer a una mamá de verdad.
Cuando tenías 50, ella se enfermó y necesitó que la cuidaras. Tú se lo agradeciste leyendo sobre la carga que representan los padres hacia los hijos.
De repente, un día cualquiera ella, de manera silenciosa, murió y todas las cosas que nunca hiciste cayeron como un trueno.
Tomémonos un momento para rendir honor y tributo a esa persona que llamamos mamá, aunque algunos no la pueden llamar así de ese modo abiertamente. Aunque a veces, ella no parezca la mejor de las amigas, quizás no concuerde con tu forma de pensar, pero aún así ella te ama.
Fuente: La Internet
Ella estará allí para ayudarte con tus dolores, tus penas, tus frustraciones, al menos mientras viva. Sé prudente, generoso y muéstrale el debido respeto, aunque pienses diferente de ella.
Pide a Dios por ella, porque Él en su infinita misericordia te dio la oportunidad de conocer a una mamá de verdad.
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