Texto: Romanos
12:8; 1 Corintios 12:28
La Biblia da listas de dones espirituales además de
los nueve dones principales, que ya he mencionado arriba. Por ejemplo, en la
carta del apóstol Pablo a los romanos nos entrega una lista adicional. Romanos 12:6-8 comienza diciendo: de manera que,
teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úselo
conforme a la medida de la fe. Veamos los dones en lista del versículo de romanos 12:
7 y 8 que son:
1). Don de servicio
2). Don de enseñanza
3). Don de exhortar
4). Don de repartir
5). Don de presidir
6). Don de misericordia
1). Don de servicio:
A mi ver, no debe limitarse a los cuidados materiales
y financieros de una congregación, pues la voz se aplica a muy variados
ministerios en el texto del Nuevo Testamento. Sin duda abarca el servicio
material, pero puede incluir también los más elevados ejercicios del
ministerio. (Romanos 12:7; Hechos 6:1; 16:1-2, 2 Corintios 8:4; 9:12; Romanos
15:25-27).
2). Don de enseñanza:
El que enseña dará el tiempo necesario para
profundizar en la Palabra, siendo capaz de una exégesis exacta y de una
clara definición de doctrinas. Una cadena de maestros a través de los siglos
es el único medio para conservar la fe en medio de los cambios de ambiente y de
pensamiento que produce constantemente la sociedad humana, y aun dentro la
llamada sociedad cristiana. 2 Timoteo 2:2,15.
3). Don de exhortar:
El que exhorta es llamado a aplicar los principios de
la Palabra a las necesidades de los creyentes en las circunstancias de su día.
No se trata de aplicar el palo limpio a las espaldas de los oyentes, sino de
una comprensión de las profundas necesidades espirituales que en efecto existen
y que han de remediarse, no por ideas carnales, sino por la medicina y el
alimento de la Palabra revelada. El ejercicio del don requiere simpatía,
firmeza, corazón y claridad de expresión.
4). Don de repartir:
La iglesia local tiene responsabilidades de orden
material frente a casos de pobreza y necesidad, de modo que el repartir
constituye un carisma tanto como lo demás. Si el hermano que es ayudado percibe
un espíritu mezquino, o una actitud condescendiente, se sentirá lastimado. Por
eso la condición esencial para el ejercicio de este don es la sencillez o la
liberalidad en dar con generosidad. (1 Corintios 13:3; Romanos 12:8; 2
Corintios 8:5; 2 Co. 9:6-7).
5). Don de presidir:
Cualquiera que tenga carisma de guiar. El ejercicio de
autoridad de presidencia en la iglesia local requiere una dosis especialmente
fuerte gracia y de humanidad, pues al yo carnal le gusta destacarse y mandar.
Aquí se trata de un verdadero don del Espíritu. Que debe ser reconocido, sino
hay diligente preocupación por la grey y por el adelanto de la obra del Señor
no existe señal manifiesta de que el Espíritu Santo haya puesto a tal persona
como sobreveedor de la grey. (Hechos 20:28) base obligada para toda ordenanza y
reconocimiento.
6). Don de misericordia:
Este don es un poco diferente a los anteriores en un
detalle importante: mientras aquellos tienen que ver con el cuidado de las
necesidades de otros mediante la aplicación en su caso de dinero o cosas
concretas que las cubren, como alimentos, ropa, medicamentos, un techo para
cobijarse. Ejercer misericordia es ponerse uno mismo a lado o en lugar del
otro, sufrir lo que sufre, o sea, darse a él. Implica un alto nivel de riesgo
personal casi siempre, por que compromete no solo lo que cada uno de nosotros
tenemos, sino lo que somos. Es el don del que cuida enfermos u rescata
marginados, de quien está dispuesto a pasar largas horas con ellos, aun con
riesgo de su propia vida.
Todos los creyentes hemos de ejercitarnos en el amor y
las buenas obras, ayudando al necesitado siempre que haya oportunidad para ello,
pero el don de la misericordia implica darse por entero a las personas que
sufren, en la compasión de Cristo. Y recordemos que, en fondo, el ejercer de
dicho don requiere que tratemos a las personas tal como Dios nos trató a
nosotros en su misericordia, no porque lo merecíamos, sino porque estábamos
necesitados y en su amor y compasión nos buscó y nos salvó por su sola gracia.
(Mateo 5:7; Ro. 12:8).
Toda habilidad, talento, destreza y dones personales
se deben a la gracia y bondad de Dios, su providencia en nuestra persona y Su
fidelidad en nuestro legado y experiencia.
Que
el Señor te prospere y te use impulsándote a ejercer los Dones del Espíritu Santo para su
obra.
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