Hay fuerzas espirituales de maldad que nos impiden avanzar y tener una vida
plena en Cristo. Estas opresiones del enemigo están bloqueando nuestra relación con Dios. Es
necesario derribarlas y conquistar el área espiritual en nosotros. Estas murallas impiden que podamos tener una relación personal con el espíritu de Dios y al mismo tiempo nos impide relacionarnos
adecuadamente con nuestros semejantes. Veamos cuales son las fortalezas que impiden experimentar una
verdadera libertad espiritual.
1. El Temor: Fil. 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. El temor es una muralla espiritual que nos impide crecer, cumplir metas, asumir
responsabilidades, aumentar nuestra fe, comunicarnos, relacionarnos
adecuadamente con los demás. La clave para vencer todos nuestros temores, angustias, miedos es refugiarnos
en Cristo. El está como poderoso gigante delante de nosotros para protegernos y
llenarnos de valor para afrontar cualquier situación o circunstancia.
2. El orgullo: Col 3:12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y
amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre,
de paciencia; El orgullo es una muralla espiritual que nos impide reconocer nuestros errores,
entregarle nuestras cargas al Señor ( Yo puedo solo), sujetarnos y depender de
Dios. Para vencer el orgullo tenemos que ser humildes, así como Cristo lo fue,
que se rebajó siendo Dios para entregarse por nosotros.
3. El egoísmo: Juan 15:12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a
otros, como yo os he amado
El
egoísmo es una muralla que nos impide trabajar en equipo y amar a los demás.
Evita que podamos cumplir el mandamiento que nos dejó Cristo. Nos impide
igualmente amar a Dios. Para derribar el egoísmo tenemos que aprender a ver a los demás importantes y
entender que todos somos un complemento del otro. Aceptar que tengo fortalezas
y debilidades.
4. Pecados ocultos: 1 Juan 1.9 "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." Los pecados ocultos son una muralla que nos impide experimentar sanidad
interior y libertad. Para vencer esta muralla es necesario confesar nuestros pecados ocultos
primeramente delante de Dios y después delante de la persona contra quien haz pecado. A veces, ya no estará presente para poder confesarle y pedirle perdón, pero puedes decirle al Señor que el ayude a esa persona a saber que tu reconoces tu pecado y que haz pedido perdón. A veces se puede escribir una carta para enviar al ofendido, pero lo importante es decir al Señor que estas arrepentido y quieres rectificar ese agravio contra él.
Llénate de valor, reconoce tus debilidades, acepta que a veces pecas contra Dios, ten confianza en Dios y
confiesa tus pecados. No luches solo contra la droga, la pornografía, la fornicación, el engaño, el
robo, las maledicencias, la mentira, el adulterio, la brujería, y muchos otros pecados que nos asedian. Acude a Cristo, él te ayudará a través de su Espíritu Santo
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