08 mayo 2023

Ejemplos bíblicos de una fe real


La intercesión de Job por sus hijos (Job 1:5) Job era un hombre digno delante de los ojos de Dios, perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal (1:1).

Un hombre que cultiva su fe es: 1. Temeroso de Dios, 2. Apartado del mal

De estas dos cualidades se desprenden su perfección y rectitud. Cuando alguien le cree a Dios (temeroso) se aparta del mal (mundo). Mantiene una relación con Dios íntima, diaria y bajo sus preceptos.

La Escritura habla de Job como “varón”, es decir, un hombre de carne y hueso, por tanto, sujeto a pasiones como las nuestras, pero que había cultivado una relación con Dios a pesar de todo.

Uno de los frutos que consiguió Job fue su numerosa familia, siete hijos y tres hijas (números que hablan de plenitud y perfección). También tenía una riqueza poderosa, lo que le hacía tener a él y a sus hijos una vida desahogada, tanto que sus hijos realizaban frecuentes fiestas y grandes banquetes. Todo ello por haber cultivado una Fe en Dios fuerte y constante.

El compromiso con Dios llevó a Job no solo a gozar de sus bendiciones, sino también a mirar por ellas. Eso fue lo que hizo Job por sus hijos, interceder por ellos ante Dios constantemente. Job llamaba a sus hijos al terminar los banquetes para que se examinasen y se arrepintieran. Se levantaba de mañana todos los días (perseverante).


La fe no fingida de Timoteo, (2 Timoteo 1:5) Fe no fingida es una actitud propia del sincero creyente cristiano. Es una actitud piadosa y sana frente al evangelio, de lo que se dice que es y de lo que se realiza.

Muchos habían presupuesto “aparentemente” una fe sincera, como fue el caso de Demas (compañero de viaje de Pablo) o aquel que se acercó a Dios solo para enriquecerse y tener fama y poder, como fue el caso de Simón el mago.

La fe de Timoteo no fue heredada, ni comprada, sino cultivada. Aunque la Fe es un don de Dios, podemos dar ejemplo de cómo cultivarla, como fue el caso de Loida y Eunice, abuela y madre de Timoteo, que le enseñaron desde su niñez el camino recto y puro. Timoteo vio cómo su madre y su abuela sirvieron al Señor con una conciencia limpia, irreprochable, con un corazón bueno, sin engaño. No fue una fe pasajera, sino que habitaba en ellas, residente permanente. No simplemente decían ser creyentes, sino que en realidad vivían su Fe. Timoteo se había criado en un ambiente de amor, unidad, paz y armonía, que es lo que la Biblia enseña, y es lo que el verdadero hombre y mujer de Fe deben hacer si le creen a Dios.

Esta Fe sin fingimiento es lo que hará que Timoteo no se asuste de los falsos maestros ni de las falsas doctrinas, ni de los peligros, sino que le dará fuerzas para enfrentarlos y salir victorioso.

Hay muchos que creemos ser cristianos porque nuestros padres fueron cristianos. Otros, creemos que nuestros hijos y nietos serán cristianos por el simple hecho de que nosotros lo somos. Pero no basta solo con decirles a nuestros hijos lo que somos, también hay que enseñar y dar testimonio de lo que somos. Eso fue lo que alabo Pablo de la familia de Timoteo y de él mismo.

Es imposible que seamos maestros eficientes si no somos sinceros, hablar de lo que realmente no poseemos. Los padres carnales y espirituales que quieran que sus hijos aprendan a cultivar su Fe, a vivir lo que creen, deben tener cuidado con ellos mismos. Lo que somos habla más fuerte que lo que enseñamos, esa será la verdadera lección para los demás.

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