Cuando trabajé en la iglesia "El buen Samaritano", realizamos el trabajo junto con los lideres, cada día las personas se unían mas a nuestra visión, que en realidad era una visión que venía de Dios, él mismo nos dirigió y llevó a un avivamiento a través las oraciones matutinas, los estudios bíblicos, el discipulado, enseñanzas en los cultos de fin de semana. Vimos que Dios hizo ese milagro añorado en cada corazón de los asistentes, y todos llegamos a dar gloria a Dios por la pronta respuesta de Dios a nuestras oraciones. Yo tome ese lugar solo por un proceso de transición, aceptando el desafío de dirigir la iglesia por un tiempo limitado y muy corto.
Cuando llego el día en que debía entregar la Iglesia a otro pastor, me sentí muy triste, no quería dejar ese lugar, porque los hermanos y yo, ya nos habíamos acostumbrado a trabajar juntos. Y eso me hacia pensar que los hermanos y la iglesia en si me pertenecía. Me despedí con tristeza, de cada uno de ellos que se habían tornado mis amigos. Sentía que todos esos logros habían sido por nosotros, y estaba dejando una iglesia que me pertenecía. Pero Dios me enseñó una gran verdad, "la Iglesia no es tuya, la iglesia es de Cristo, ni tu ni nadie debe creer que la Iglesia es suya, porque Cristo Jesús la compró con su sangre, los pastores no son dueños de la Iglesia". Como dice Colosenses 1:18 "Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preminencia." Con todo esto me repetía a mi misma cuando estaba con nostalgia por lo que había dejado, diciéndome que la iglesia es de Dios, él es la cabeza, él va a guiar y dirigir hacia lo que el desea.
Hoy en día, veo algunos pastores, ni bien pasan los años, creen que la iglesia es propiedad de ellos, toman decisiones sin consultar, mediante la manipulación de reglamentos institucionales imponen su presencia, sin dar la oportunidad para que el grupo de asistentes elija si desean que el Pastor siga trabajando junto con ellos. ¡Que triste situación!, personas que deben actuar con justicia y en defensa de la misma, actúan de modo astuto para evadir el proceso de elecciones en la iglesia donde trabajan. Esto no deja una mancha en el modo administrativo y liderazgo de Pastores que actúan de manera errada. A estos la Biblia llama pastores asalariados en Juan 10:12, 13 dice: "El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa. Y ese hombre huye porque, siendo asalariado, no le importan las ovejas."
Si usted es pastor de una iglesia, espero que reflexione y no sea un pastor asalariado, sino un siervo que dispone su servicio a Dios sin intereses mezquinos. Deje en las manos de Dios su vida, y que él lo ayude a ser una persona integra, transparente y digno del privilegio de ser un siervo de Dios.
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