Dios no nos deja, no nos olvida, ni se va de nuestro lado
cuando estamos en dificultades, en soledad o en circunstancias difíciles.
Cuando perdí a mi esposo, me recordé de este versículo, recordé que la Palabra
de Dios dice que nada nos va a faltar, que Dios suplirá todo lo que nos falte.
Pensé muchas veces y me pregunté ¿Cómo es que puede suplir el lugar de un
esposo, los abrazos, los mimos, el cuidado, el dinero, la comida, todo lo que
un marido le da a su mujer? Pensé especialmente ahora quien me va a hablar, con
quien voy a charlar, a quien le voy a contar mis triunfos, mis dudas, mis
problemas y dificultades. Los hijos no llenan esta parte de la vida.
Pero Dios me contestaba, yo estaré contigo, no te
desampararé, no te dejaré, siempre estaré contigo, voy a sostener tu mano
cuando necesites a alguien a tu lado, cuando estés triste sentirás mi abrazo,
sentirás mi presencia en todo momento de tu vida.
Y efectivamente así fue, Dios ha estado ahí, siempre
conmigo. Recuerdo un día cuando estaba en mi cama llorando y pensando que
necesitaba un abrazo. Oré tan intensamente diciéndole al Señor, ¡Dios mío,
necesito sentirte en este momento, necesito sentir que tú me abrazas! fue
increíble, esa noche sentí paz, pude dormir pronto, y descansar en el Señor
nuestro Dios.
Es así, la vida con Dios, es sentir en el fondo de nuestro
corazón, que él existe, que no es fantasía, es realidad. nos da fuerzas, nos
guía, nos ayuda siempre, por eso le doy gracias porque él es fiel. Dios ha sido
fiel conmigo. Ha cumplido sus promesas. Lo que dice en Isaías 54 es muy cierto,
Dios no se olvidó de mí. me dio fortaleza y él es mi esposo, mi amigo, mi
maestro y el maestro de mis hijos. Por eso le alabo y le bendigo.
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