04 septiembre 2016

“Entre la prudencia, el valor y el miedo!”

Este es un libro que nos muestra la realidad en que vivimos, la mayoría de las personas. De alguna forma en el lugar donde se encuentran las personas, ya sea en un cargo político, cargo educacional, eclesial, o simplemente un humilde trabajador, a veces es difícil decir la verdad.

La vida se toma hoy en día como algo trivial, las decisiones que debemos hacer a diario las hacemos sin pensarlo muchas veces. Aunque a veces tengamos que hacer daño a otros. En otras palabras, es difícil decir la verdad, porque tiene muchas consecuencias funestas.

Para los políticos decir la verdad o hacer lo correcto significa perder un lugar o un cargo en el trabajo, un desplazamiento muchas veces destierro o inclusive la muerte.
El autor cita a varios personajes de la Biblia el hecho de que en representación de Dios tuvieron que decir la verdad a costa de su propia vida. En el ámbito cristiano y más propiamente bíblico hubo personas que sin miedo hablaron y descubrieron cosas malas que para Dios son pecados. Juan el Bautista en su momento calificó de generación de víboras a un grupo de religiosos de su época porque ellos decías ser y hacer lo que Dios quería y no lo hacían. Jesús mismo los calificó de ciegos y guías de ciegos. Obviamente estas expresiones no agradaron a los aludidos y organizaron una campaña para matarle.

Pero hoy en día necesitamos hombres como estos en la sociedad y en la iglesia de hoy. Personas que proclamen con voz de trueno el mensaje de Dios. Para que la gente al conocerle llegue a comprender su amor y ame también a su prójimo, dejando a un lado las guerras y dando lugar a la paz. Es necesario que haya líderes con agallas sin miedo y que digan sin pelos en la lengua los pecados de las iglesias los cuales están arraigados y no dejan crecer y esparcirse el reino de Dios.

Este libro es una recopilación de los artículos publicados por el autor en el periódico DESAFIÓ  el cual se publica en Colombia país natal del autor.

Entre la prudencia el valor y el miedo es la expresión clara, inconforme y contundente de la juventud cristiana, en medio del cual el autor ha crecido, sufrido, gozado y madurado por casi dos décadas. Este es un libro que dice en voz alta, las verdades que todo el mundo dice en voz baja.       

Según el autor hay siete peligros capitales que hacen que los líderes cristianos no realicen lo que deben hacer. Uno de ellos es peligro de la negligencia, otros el peligro de la superficialidad, espectacularidad, la mundanalidad, el de al avaricia, la politiquería la cobardía y el miedo. A todo esto la solución que da es que el pueblo de Dios tenga una actitud de humildad y no se entregue al camino de la perdición, porque el que se humilla será enaltecido. “La humillación debe empezar en el pueblo de Dios y por los de arriba. Debe avanzar por la Casa de Dios y con los de abajo”. 

La mentira es también un arma del cual se agarran muchos políticos, empresarios, los estudiantes lo grupos subversivos, los cristianos y si acaso nosotros mismos. No nos digamos mentiras, solo un corazón pleno de verdad puede reclamar con seguridad el título de seguidor de Jesús.   Si continuamos en la mentira no seremos libres de verdad. Jesús dijo yo soy el camino la verdad y la vida, y si somos sus seguidores. podremos ser libres. Libertad es lo que necesita nuestra tierra, nuestra sociedad, nuestra generación y nuestro mundo. Libertad que solo llegará cuando aceptemos y sigamos de verdad a aquel que es el autor de la verdad.

Bueno les será recordad a aquellos que hoy están en una posición prominente dentro del pueblo de Dios, que han sido colocados allí para velar por las almas y no para incrementar su hacienda particular.

Debemos saber que cuando la verdad se apaga se pierde la oportunidad de dar claridad a una sociedad que se hunde en la oscuridad y se abre la puerta para que reine la injusticia.

Cuando la verdar se apaga se pierde la oportunidad de construir una sociedad con el sólido fundamento de la honestidad, para edificarla en el movedizo fundamento de la mentira. Para poder realizar esto necesitamos un liderazgo que ame y no que manipule; que sirva y no que lucre; que comparta y no que acapare; que anime y no que oprima; que levante y no que aplaste.

Que no nos toque llorar mañana como nenas, lo que no supimos hoy defender como hombres, como verdaderos hombres de Dios, de los cuales se espera que nunca retrocedan ante nadie ni ante nada, cueste lo que cueste. Por esta razón no debemos callar, ahora más que nunca debemos hablar; no debemos olvidar que el silencio de los valientes es la trinchera de los cobardes.

Debemos saber que la paz de los grupos subversivos, de las agoreras modernas, la de los políticos mentirosos y la de las personalidades distinguidas es una paz construida sobre arena y pegada con espuma. De ella nos han hablado demasiado en los últimos años y nada ha pasado.

¿Qué estamos esperando? Hoy como ayer, nuestras alternativas se encuentran ente la prudencia el valor y el miedo. Alguien dijo que el hombre que calla cuando debe protestar, se convierte en un cobarde, y los cobardes solo están interesados en salvar siempre su pellejo a como dé lugar.

América cosecha hoy lo que sus gentes sembraron por muchos años. Nuestros países están recogiendo los frutos de una práctica religiosa vacía. Están recibiendo los dividendos del consentimiento del pecado, tolerado y promovido durante décadas por los padres de la patria y por los malos hijos de la misma. Por eso nuestras naciones se han degradado vergonzosamente y por eso hoy lo más normal del mundo es llamar a lo malo bueno y a lo bueno malo, en todo nuestro Continente.

El pueblo de Dios debe colocarse en la cabeza. Este es el lugar que le ha reservado Dios aquí y ahora. Por eso deben levantar la frente; por eso debe esforzarse y actuar sin pedir permiso para hacer lo que debe hacer. Porque es urgente levantar la voz de honestidad, en donde tradicionalmente ha reinado la corrupción. Por que si quienes teniendo un corazón entenebrecido han utilizado el sistema para su lucro particular, y debemos preguntarnos si los cristianos debemos aspirar a dirigir nuestro pueblo con la seguridad de que la dirección y gobierno de los justos siempre es bendición para su pueblo.

¿Pasión o presión?

"Está mi alma apegada a ti . . ." (Salmo 63:8).

¿Te has sentido alguna vez como si estuvieras en una olla de presión? ¿Has soñado con una vida sin presiones? Has escuchado alguna vez alguien que dijera, "No puedo resistir más la presión." "Mi hijo ha perdido la fe por las presiones de sus estudios." "Mi hija fue presionada a casarse cuando no quería" ¿Han habido momentos en tu vida cuando sientes no aguantar más las presiones del mundo? Las presiones han resultado en divorcio, suicidio, enojo, ansiedad, y el alcoholismo.

Tengo un mensaje importante para ti. Nunca podremos librarnos de las presiones del mundo. La presión y nuestra existencia humana son inseparables. La primera vez que el hombre fue presionado fue en el Edén cuando Satanás tentó a Eva con la fruta prohibida. Desde ese momento nuestro adversario no ha dejado de tentar y presionarnos. Consideremos por unos momentos las presiones que enfrentamos en nuestras vidas.

Las Presiones del Mundo
Los pastores enfrentan presiones inmensas para crecer la iglesia. Cuando dos pastores se reúnen es inevitable que hablen del tamaño de sus iglesias o que comparen el crecimiento de sus congregaciones.
La mayoría de la vida de un pastor es consumida con sus deseos de ver un crecimiento en el número de miembros de su iglesia. Si su iglesia no crece, es considerado un fracaso y es transferido a una iglesia más pequeña. El resultado de este problema es un pastor que pierde su fe mientras intenta atraer miembros con métodos humanos.
Cada hombre enfrenta presiones diferentes. Existe la presión de ser el mejor empleado posible. Existe la presión de trabajar los domingos en vez de ir a la iglesia. Existe la presión de la tentación sexual. Existe la presión de participar en conversaciones inapropiadas y existe la presión del materialismo.
Cada mujer también enfrenta la presión. Existe la presión de conseguir empleo en vez de cuidar por la familia. Existe la presión de permitirles a sus hijos libertades peligrosas como el noviazgo a una edad temprana y también existe la presión de mantener la familia y el hogar.
El estudiante universitario enfrenta presiones cuando es sujetado a filosofías nuevas y seculares que presentan diferencias y oportunidades tentadoras.

La Respuesta a la Presión es la Pasión
No requiere inteligencia extraordinaria para reconocer que la presión puede ser superada solo por más presión. Para ser victoriosos debemos invocar la presión más potente: la pasión de Dios. Si tu pasión para Dios es más grande que las presiones del mundo, serás vencedor. Cada caída y vuelta al pecado es precedida por una decaída en nuestra pasión para Dios.
Si examinamos las vidas de los cristianos más fuertes, veremos un factor común y muy importante: todos buscan y persiguen a Dios diariamente. Todos sus deseos, ambiciones, y motivos humanos son sometidos a la voluntad de Dios y todo lo que no concuerda con Su voluntad es echado por desperdicio.
Cuando Jesús murió en la cruz el velo en el templo fue roto y todo hombre recibió permiso de tener comunión completo con Dios. Cuando tenemos comunión con Dios nuestra pasión es intensificada hasta el punto de consumir todos los otros deseos, pasiones, y motivos en nuestras vidas. Todo palidece en comparación con la pasión de Dios. Cuando la pasión para Dios es activa y creciente en nuestras vidas, es fácil negar los deseos y las presiones humanas.
La respuesta a las presiones del mundo es una pasión para Dios que produce vidas comprometidas a Dios. Vemos un ejemplo de una vida comprometida en 1 de Samuel 15:1-9. Pasión como esta es del Espíritu Santo. Pasión como esta protegerá a nuestros hijos universitarios mientras están lejos del hogar y los convertirá en potencias para la conversión de nuevos cristianos.
No debemos culpar al mundo por los jóvenes que han perdido su fe. Mas bien, debemos culpar la falta de pasión para Dios. El apóstol Pablo se sometió repentinamente a situaciones difíciles donde la tentación pudo haberle derrumbado, pero su pasión para Dios le dio la victoria cada vez.

¿Cómo Conseguimos una Pasión para Dios?

Primeramente tenemos que entender lo que significa nuestra salvación. Debemos reconocer que es necesario confesar nuestros pecados, arrepentirnos, y nacer de nuevo (1 Juan 1:9, Lucas 13:3, Apoc. 3:20). Tenemos que experimentar la sangre del Cordero en nuestros corazones así como lo experimentaron el pueblo de Israel. Después de recibir la sangre debemos seguir la nube y el fuego como lo hicieron los israelitas. La pasión de Dios empieza con la limpieza de la sangre de Jesucristo. Juan dice "....pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado."

Si no entiendes la importancia de caminar con Dios, nunca crecerá tu pasión para el Señor. Sin pasión caerás una y otra vez en las trampas de Satanás como cayó Eva en el Edén. Serás un cristiano carnal y serás rechazado por Jesús en el día del juicio final (Apoc. 3:16).
La segunda cosa que tenemos que hacer es desarrollar nuestros hábitos espirituales. Desde el momento de nuestra conversión no podemos permitir que nuestra voz carnal controle nuestras decisiones (Lucas 9:23). Jesús nos ha dirigido en una dirección hacia la pasión. ¡No debemos resistir! Debemos ser testigos y aprovechar cada momento para compartir nuestra fe y nuestra pasión. Solo los cristianos testigos son victoriosos. Debemos orar sin cesar, regocijar siempre, y dar gracias en todo porque El habita en las alabanzas de su pueblo (1 Tesa. 5:16-18, Salmo 22:3).

Finalmente, tenemos que dedicar una porción de cada día para la comunión con Dios: para leer la Biblia, esperar la dirección de Dios, permitir que el Espíritu Santo nos inspire, y para estar más cerca de Dios. Es imposible que el cristiano sea consumido por su pasión si no dedica tiempo íntimo a su Dios.

¿Tienes presiones? Todos las tenemos. Pero ninguno necesita ser vencido por las presiones de este mundo. Y ninguno de nosotros lo será si nuestra pasión para Dios es más grande que cualquier presión que el mundo presenta. Esta es la verdad para toda persona, sea niño, joven, o adulto.

Diferencia entre un sirviente y una persona que sirve a Dios


“Hay una clara diferencia entre el servicio
que es hecho desde una posición de sirviente,
con el servicio que es hecho
desde una posición de siervo.”
UN SIMPLE
SIRVIENTE
UN EFICAZ Y EFICIENTE
SIERVO
Se sirve con
un sentido de
OBLIGACIÓN
OBEDIENCIA
Las prioridades se establecen con una mentalidad de
LO MÍO
PRIMERO
EL REINO
DE DIOS PRIMERO
Un sentimiento imperante es
DESCONFIANZA
PASIÓN POR LA FIDELIDAD
Se refleja
una actitud de
ESO NO ME CORRESPONDE
LO HARÉ CON EXCELENCIA
Se propone
servir para
CONSEGUIR
(puesto que
se está vacío)
COMPARTIR
(puesto que
se está lleno)
Su pretensión
máxima es
AUTOSATISFACCIÓN
GLORIFICAR
A DIOS
Desarrolla
un espíritu de
ORGULLO
JUSTICIA Y
SANTIDAD

¿Qué dirías en público en honor a la despedida del cuerpo de tu esposo?


Nunca antes me había imaginado estar frente a un publico grande, diciendo algo en honor a la despedida del cuerpo de mi esposo, nadie se pone a pensar en eso antes, y aunque hablamos de la muerte de alguno de los dos, y el me decía que se iba a ir primero, yo no había pensado siquiera como iba a reaccionar.  

Pero ese día vinieron a mi mente palabras de aprecio y demostración de amor, por todo lo bueno que recibí de él en vida. Y me puse a escribirlas, para leerlas en esa tarde tan triste pero serena, llena de esperanza y admiración por la vida de un gran líder en su hogar, en su trabajo y en su comunidad, como lo fue Marcelino. Digo llena de esperanza, porque los cristianos sabemos con certeza, que cuando nuestro cuerpo se separe de nuestro espíritu, iremos a reunirnos con nuestro Padre Dios y su Hijo, nuestro Señor Jesucristo a quien servimos en vida. Y sabemos que los familiares que nos han antecedido, si han vivido una vida en obediencia a Dios, también están con el Padre, gozando de su presencia y disfrutando ¡ya! de una vida eterna. 

Es mi deseo con esta lectura, usted se anime a buscar a ese Dios que lo ama con amor verdadero e incondicional, y le acepte como su Señor y Salvador de su vida para que pueda disfrutar junto a todos los que creen en su nombre y son llamados hijos de Dios.

MARCELINO
Un hombre que en vida, fue un siervo de Dios humilde y servicial, hombre amoroso con su esposa e hijos. Hombre inquieto para llevar las enseñanzas de la Palabra de Dios a la vida práctica.

Era un gran ejemplo para todo aquel que lo conoció. Hombre respetado y admirado por propios y extraños. Hombre que quiso siempre hacer lo correcto delante de Dios y de los hombres. Hombre impaciente y tenaz, gran ejemplo en su trabajo, no quiso malgastar su tiempo en cosas vanas.

Como amigo poco expresivo, pero profundo en esperanza de fe y devoción al Señor
Como siervo de Dios, fuiste un sirvo que no necesito reconocimientos, ni credencial para servir a Dios. Que aunque siendo marginado por tus consiervos continuaste firme como un cedro, con la mirada puesta en Dios, mirando el futuro con una visión amplia, cruzaste las barreras de la legalidad y religiosidad, el racismo y la cultura, cumpliste y trabajaste con ahínco en la misión entregada por el mismo Señor.

Como trabajador un hombre que realizó su trabajo con todo esfuerzo con eficacia y eficiencia sabiendo que hay un ser soberano que todo lo ve, y que algún día te ibas a encontrar con tu creador para rendirle cuentas.

Como padre fuiste ejemplar, pusiste todo tu esfuerzo para que tus hijos tengan todo lo mejor y realizaste tu rol lo mejor que pudiste. Como esposo fuiste el árbol que me cobijo durante estos hermosos años que vivimos juntos. Fuiste el padre que no tuve y me diste todo para sentirme una mujer realizada, sé que querías hacer de mí una gran mujer y lo lograste.

Como maestro, fuiste el mejor porque lo que enseñabas, lo demostrabas con tu ejemplo.

Con amor tu esposa