10 septiembre 2015

Mente renovada, mente feliz

Romanos 12:2 “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformarse mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cual es la voluntad de  Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”. En este versículo, el apóstol Pablo, en nombre de Jesús, está llamando a los cristianos a no someterse al sistema predominante de creencias y valores que predomine en el mundo.  ¿Por qué? Porque el conjunto de estas ideas y valores (anti-valores a la luz de Su verdad) definen la atmósfera moral de nuestro mundo, la cual responde a los intereses del rey de este mundo: Satanás!

Definitivamente somos más influenciables de lo que cada uno está dispuesto a admitir. La historia del hombre confirma que en su mayoría, SÍ somos fácilmente influenciables. Mientras más nos expongamos a las ideas y pensamientos de este mundo, menos capacitadas estaremos para discernir sabiamente lo que es bueno, agradable y perfecto.
Cada uno de nosotros, diariamente nos exponemos a programas de televisión, redes sociales, películas, anuncios, revistas y periódicos, conversaciones, música y otras fuentes, que en mayor o menor grado están promocionando ideas, escalas de valores y pensamientos apegados a la sabiduría humana. Los medios de comunicación son un excelente canal para recibir muy buena información e incluso instrucción cristiana, pero también son una excelente forma para propagar anti valores, expectativas irreales, envidias, descontento, desesperanza, y soledad.

“¿Cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34) Al final del día nuestro corazón, pecador por naturaleza, está tan saturado de mentiras del mundo, que simplemente somos incapaces de hacer lo bueno, ¡mucho menos de discernir cuál es la voluntad de Dios!

Para poder discernir lo que Dios quiere para mí como Su hija tengo que cultivar mi corazón, no solo en oración y a luz de Su palabra, que bien dice la Biblia que alumbra mi camino, Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino. Salmo 119:105, sino también cada día asumiendo mi responsabilidad de alcanzar mayor santidad.

Fuente: Aileen Pagán de Salcedo del Ministerio Ezer 

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