19 marzo 2015

Mi padre...

Fue en el año 1985 casi a mediados de junio, cuando mi madre me envió a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra a buscar a mi padre. ¿Que triste cierto? Era algo totalmente fuera de lo normal pero tuve que asumir una responsabilidad que no era mía como si lo fuera, se muy bien que era el rol de mi madre hacer todo aquello. Pero ella no podía viajar porque estaba enferma, por esa razón me envió a mi. Hicimos lo que pudimos para comprar un pasaje en avión desde Trinidad a Santa Cruz  lugar donde sabía  que vivía mi padre.

No conocía la ciudad donde estaba yendo, tenía como 14 años de edad, pero Dios me guió hasta la casa de la amiga de mi madre. Llevaba conmigo una carta de mi madre dirigida a su amiga, la cual me guiaría hasta donde estaba mi padre, en la carta que mi madre me hizo escribir le pedía a su amiga que me diera hospedaje y me ayudara a buscar a mi padre. De esa manera estaba esperándome y no fue tan de sorpresa mi llegada.

Después del alborozo de los saludos, la señora se animó a contarme la cruda realidad. Ella me dijo que mi padre estaba en la cárcel. y me preguntó si aun así yo quería ir a verlo. El motivo de mi viaje, era hablar con él, pedirle que me hiciera un certificado con el reconocimiento y la colocación de su apellido junto a mi nombre en el certificado de nacimiento. Cosa que hasta ese momento no había podido tener. Crecí y estudié solo con el apellido materno. 

El no tener el apellido de mi padre en mi certificado, no fue sencillo, porque la gente en esos tiempos siempre se preguntaba cual es tu apellido y si le decía que no tenía, era un estigma, el ser hija de madre soltera era triste, llevar el dolor de no tener un respaldo de un hombre mayor en tu vida que se pueda llamar "Padre" es vivir situaciones penosas. El padre es muy necesario en la vida de los hijos, les da seguridad, les da esa tranquilidad y certeza de que nada va a faltar en la vida de ellos, que todo va a estar bien. Da confianza, y anima a vivir una vida tranquila. Pero ese no era mi caso. 

Cuando llegamos al lugar donde estaba mi padre, fue un momento muy intenso, donde ambos esperábamos recibir las mejores muestras de cariño el uno del otro pero ninguno se atrevió a expresarse. Era una joven inexperta y sin haber tenido un encuentro anticipado con el hombre que según mi madre me había engendrado. Cuando lo llamaron, la señora que me acompañó, le contó quien era yo, y luego el me hablo diciéndome: "Yo Soy tu Padre, debes decirme Papá", me sonreí y lo salude sin poder expresarle lo mucho que deseaba conocerlo. Luego nos llevó a su "cuarto" donde nos contó su triste situación. El había entrado allí por causa de una deuda que no había podido pagar. Y cuando le hable del motivo de mi visita, aludió a que no podía hacer nada pues estaba ahí dentro sin recursos económicos y dependiendo de la bondad de su madre y de su hermana. Me puse triste porque comprendí su realidad y supe que no podía hacer absolutamente nada de lo que yo le pedía. 

Ese fue el momento cuando conocí a mi padre, fue triste pero a la vez reconfortante poder conocer en persona a quien me había engendrado y saber quien era mi padre. Aunque no me contó nada de los motivos por lo cual no se quedó con nosotros, me supongo cuales fueron. Hasta ahora pienso en este momento y es sin duda alguna el único recuerdo que tengo de aquel que pudo llamarse "Padre" en mi vida. Al terminar mis estudios de bachillerato, recibí la noticia de que él (mi padre) había fallecido justo ese momento en el que estaba encaminándome hacia la ceremonia de mi Promoción. No tuve otra oportunidad de verlo..

Así terminó esta historia, corta pero de gran beneficio para mi, pues de ser una experiencia negativa, le saco un grande provecho, ayudando a muchos jóvenes a esperar la voluntad para gozar de las relaciones sexuales en la completa realización y planificación de la vida como esposo y esposa. Antes de tener relaciones coital de tipo clandestino, donde no existe un compromiso formal verdadero en las personas. Donde los mas afectados son los hijos e hijas que procrean.

Dios los ayude a cuidarse, esperar en él y comprometerse y planificar bien los hijos que vendrán, para no traer niños que sufran todas las desavenencias de una familia disfuncional.

Espero que esta historia ayude a los padres y madres, a ser los mejores padres para sus hijos, que se comprometan a proveer, proteger y darle la seguridad de que ellos son el mayor tesoro que usted pueda tener. Y para los solteros y solteras, que se fijen bien y sepan esperar y planificar a sus hijos, que no le den riendas sueltas a sus deseos egoístas trayendo como consecuencia hijos que crecen sin apellido y sin un padre para cuidarlos y protegerlos. Dios los ayude a saber esperar el momento para disfrutar de las relaciones sexuales y esperar a tener un hogar formado donde puedan tener los hijos deseados.