23 mayo 2014

Un viaje inolvidable


A la edad de 9 años mas menos, junto con mi madre tuvimos que emprender un largo viaje vía fluvial, uy, no se imaginan como fue para mi vivir esas experiencias, hubieron muchísimas cosas nuevas para conocer y aprender de todas ellas. Fue un gran viaje para nosotros pero con un recibimiento incierto. Me pregunto ¿como es la vida del ser humano? donde uno se tiene que acostumbrar a todos los cambios que depare las circunstancias. Mi madre a veces viajaba sin saber a donde iba a llegar, donde iba a vivir, como sería recibida por sus familiares y muchas cosas mas. Bueno, seguramente mis lectores ¡si1, saben todo en la etapa de planificación y preparación para sus viajes. Nosotros mi madre, mi hermana y yo no sabíamos mucho de como llegaríamos a nuestro destino.


Pero la travesía inicio de súbito, por un incidente incomodo en la casa donde vivíamos en terreno prestado, mi madre decidió viajar, ¿A donde vamos a ir? dijimos nosotros y ella dijo a ver a sus hermanos... Bueno solo la idea de viajar me daba una sensación de frescura y cambio. Tuve la idea de que las cosas iban a cambiar, que tendría otra escuela otros compañeros y muchas cosas que conocer. Zarpamos desde el puerto El Barador, puerto que esta cerca a la ciudad de Trinidad hacia la localidad de Guayaramerin, Beni - Bolivia, y tuvimos un tiempo de 5 días para vivir en el "motor", así le llamaban a la embarcación que transportaba mayormente cargamentos grandes de víveres, combustible, madera, y aún ganado vacuno. Pero también llevaban a familias numerosas que tenían la necesidad de hacer un cambio de vida de un lugar a otro. El viaje era sobre el río Mamoré, un afluente rió que lleva sus aguas al gran río Amazonas.

No recuerdo la hora en que zarpamos pero si recuerdo que en el viaje conocimos a una familia numerosa con los que nos hicimos amigos y compartimos los únicos juegos de carta que llevaron ellos, luego conversaciones de niños de nuestra edad, tal vez temores, tal ves incertidumbres o sentimientos hacia nuestros padres. Recuerdo bien como si viera una película cuando íbamos dentro de esa gran embarcación, bueno en una de sus chatas jeje, cuando estábamos en medio río la gran distancia que había de hasta llegar a la orilla, y ese "motor" viajaba de día y de noche. Solo paramos en medio del viaje cuando llegamos al cruce del Ríos Beni, esto es increíble también porque el color del agua del Río Beni es de color claro, y la diferencia se nota cuando una mira en medio de la corriente del Río Mamoré una franja de color oscuro, o sea da la impresión que es oscura pero usted saca agua de ese lugar y el agua es color claro. De allí recolectaban agua los marineros, y ayudantes de la tripulación, para cocinar especialmente. Los viajeros y ayudantes aprovechaban para darse un chapuzón. 

Yo tenía tanto miedo a la sola idea de caerme al agua, no sabía nadar y no tenía quien me salve porque mi madre cuidaría de mi hermana menor. Cuando íbamos al baño era un miedo terrorífico, porque el baño se encontraba cerca de la hélice de ese barco, donde según mi madre si caíamos allí eso objeto nos despedazaría por completo. Al estar ahí no se escuchaban nuestras voces pues ese motor despegaba un ruido impresionante que no dejaba escuchar mucho las voces de nadie.

Bueno en las mañanas debíamos levantarnos y utilizar el baño para el aseo personal, nos acercábamos agarrándonos fuerte de nuestra madre para sacar agua del mismo río y no resbalar. Luego esperábamos a que nos dieran nuestro desayuno. El desayuno era algunos días hecho de plátano verde hervido y aplastado "masaco" tenía un sabor especial que solo he sentido en ese lugar. Si, es cierto, es la nariz la que guarda los olores y los recuerdos mas olvidados de nuestra vida o tal ves los mas y mejores recordados. En el almuerzo nos servían majadito hecho de carne seca (charque), en la cena un locro carretero (sopa hecha de carne seca y arroz). Todo aquello en su conjunto por mucho tiempo fueron uno de los mejores recuerdos en mi vida. Hasta que al iniciar el 6º día a las 3 de la madrugada avisaron que ya habíamos llegado a Guayaramerian.. Mi madre me levantó aunque era temprano para que observáramos algo que nunca me olvido. Eran 7 manchas en el mismo río, ese lugar se llamaba 7 islas. Oh! era algo único presenciar ese fenómeno de la naturaleza, en medio de ese agua color chocolate que hubieran estas enorme manchas negras que le daban un aspecto mágico al lugar. 

Un viaje magnifico para una niña tan aventurera como yo. Me encantó porque aprendí mucho de la naturaleza y el cuidado que debo tener al viajar en embarcaciones como esta, algo peculiar, pero necesaria pues era nuestro único modo de viajar. Le doy gracias a Dios por haberme dado un viaje tan especial como este y una madre que me ayudó a conocer lugares increíbles y valiosos para nuestras vidas.

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